Nuestra Historia

Llegada a Panamá

Los misioneros claretianos estaban trabajando en Quibdó Colombia, un lugar con dificultades sanitarias y querian pasar ciertos días de descanso en Panamá, ellos creían en mejores condiciones de salud. Llegan a Panamá en 1923 los padres Antonio Angles, Francisco Arias y Juan Puncet. Con alguna frecuencia visitaba la misión del Darién el Padre Francisco Neti, misionero que había estado en Guinea Española en Africa y que luego fue destinado al Chocó.

La idea de que querían trabajar en Darién le abrió el corazón al Obispo de Panamá Monseñor Guillermo Rojas, que los acoge no solo con los brazos abiertos sino con todas las puertas del Palacio Episcopal, donde los ubica por un tiempo, desde allí no les cuesta atender, además del Darién la Iglesia Catedral, luego se hacen cargo de la Iglesia de Santo Domingo (Casco antiguo) y se acomodan en la casa cural.

La idea del descanso pronto se deja a un lado y entran de lleno a la entrega total al apostolado el campo del Darién no es muy extenso, tampoco muy poblado, pero si muy difícil por la falta de comunicaciones, en aquellos tiempo no había camino alguno en todo Darién, el único camino eran los ríos y el mar.

Más tardes por medios aéreos llegan a la Palma, El Real, Garachiné, Jaqué, luego se irían sumando algunas poblaciones más.

El campo misionero se extendió notablemente a finales del 1925 cuando la Santa Sede creó el Vicariato Apostólico de Darién con sede en Colón y encomendado a los Claretianos.

Además de llevar todo el Vicariato y los trabajos en la Ciudad de Panamá, estos se van sumando considerablemente carcel de hombres y mujeres, leprocería, ayuda a las parroquia de la Merced y Santa Ana, luego vendría Cristo Rey, San Francisco de la Caleta, Santa Teresita, Lurdes, todo Río Abajo.